La insuficiencia venosa crónica (IVC) se define como la incapacidad de las venas para conducir de forma adecuada un determinado flujo de sangre hacia el corazón. Cualquier vena del cuerpo puede verse afectada, aunque las más propensas son las de las piernas.
Las manifestaciones clínicas de dicha entidad van desde pequeñas telangiectasias o arañas vasculares, varices y edema hasta lesiones cutáneas tróficas con úlceras asociadas.
Los principales síntomas son pesadez y cansancio en las piernas, picor, dolor sobre las varices, calambres musculares e hinchazón de las piernas, sobre todo en los tobillos.
Para mejorar la sintomatología y evitar la progresión de la IVC se recomienda seguir una serie de consejos:
Evitar estar mucho tiempo sin mover las piernas. En los trabajos que requieran estar mucho tiempo sentado o de pie, así como en los viajes largos, se recomienda realizar paseos para estimular el retorno venoso.
Elegir un deporte adecuado. Caminar es el ejercicio más beneficioso para la circulación venosa.
Evitar fuentes de calor. El calor produce una dilatación de las venas, por lo que deben evitarse estufas, braseros, depilación con cera caliente…
Elegir temperaturas bajas. Las duchas de agua fría o el caminar por el agua resulta beneficioso.
Evitar el estreñimiento y controlar el peso. El exceso de peso y el estreñimiento producen un aumento de la presión venosa.
Llevar ropa apropiada. No se aconseja llevar prendas muy ajustadas, ya que se dificulta el retorno venoso.
Llevar zapatos con tacones cómodos. Lo ideal son zapatos con tacones de 3 ó 4 cm.
Descansar con las piernas ligeramente elevadas. Facilita el retorno venoso durante el reposo.
Masajear las piernas tanto como pueda. Masajear desde el pie hasta el muslo facilita el retorno venoso.
Hidratar las piernas. La IVC produce sequedad de la piel, que se manifiesta con picor, por lo que si nos hidratamos de forma correcta, evitaremos este molesto síntoma.
Visitar a su médico con regularidad. Para llevar un correcto control evolutivo de la enfermedad.