El pescado en la dieta mediterránea
En la Dieta Mediterránea el consumo de pescado supera a la carne. Las proteínas de los pescados son de excelente calidad, se consideran proteínas de alto valor biológico. Contienen todos los aminoácidos esenciales que el organismo necesita en cantidad y proporción adecuadas.
La composición nutricional del pescado es similar a la de la carne: proteínas, lípidos, y pequeñas cantidades de vitaminas y sales minerales. Posee diferentes vitaminas del grupo B y vitaminas liposolubles. Destacan la vitamina A, la vitamina D. En menor proporción la vitamina E.
Según el contenido lipídico, el pescado puede ser graso/azul (un contenido del 4-2%) o magro/blanco (1-2%). Los pescados azules son muy ricos en ácidos grasos poliinsaturados omega-3. Son esenciales ya que el cuerpo humano no los puede producir. Estos ácidos grasos reducen el colesterol LDL y los triglicéridos. Son protectores frente al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
La dosis recomendada de pescado se estima entre 3 y 4 raciones a la semana.
¿Por qué debemos consumir pescado y cuáles son sus efectos en la salud?
– Previene enfermedades cardiovasculares tales como el infarto de miocardio, la hipertensión, la trombosis o los accidentes cerebro vasculares.
– Los ácidos grasos omega-3 regulan positivamente los niveles de colesterol en sangre aumentando el HDL o «colesterol bueno» y disminuyendo el LDL «colesterol malo».
– Las vitaminas A y E por su efecto antioxidante, constituyen un factor protector frente a ciertas enfermedades degenerativas y al cáncer.
– Favorece la absorción del calcio y el fosfato por la presencia de vitamina D.
– Previene el bocio y otras alteraciones relacionadas con la glándula tiroides, gracias a su alto contenido en yodo. La deficiencia de este mineral durante el embarazo puede afectar al desarrollo y crecimiento del bebé.
– A partir de los ácidos grasos omega-3 se forman sustancias de acción antiinflamatoria. Llamadas prostaglandinas, son capaces de aliviar los síntomas de enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide.
– De fácil digestión: Su composición proteica, unida a su bajo contenido graso, sobre todo en el caso de los pescados blancos. Los convierte en alimentos recomendados incluso en casos de padecer gastritis, úlcera péptica, dispepsia o reflujo gastroesofágico.