Forma parte de las vitaminas liposolubles. No se necesitan aportes diarios y su exceso tiene efectos nocivos para la salud.
Actúa como antioxidante protegiendo la oxidación de los ácidos grasos esenciales y de las vitaminas B, C y A. Ayuda a mantener la circulación sanguínea en buen estado y evita la arterioesclerosis. Protege a las células de los radicales libres y modula el sistema inmunitario.
La vitamina E y fertilidad constituyen un complejo mecanismo a partir del cual la acción antioxidante colabora en la producción de los espermatozoides, principalmente en la maduración, y en la formación de los óvulos.
Se encuentra en:
– Alimentos de origen vegetal como: en los gérmenes de las semillas de cereales, especialmente el trigo, avellanas, almendras, pipas de girasol.
– Aceites vegetales: oliva, soja, maíz.
– En alimentos de origen animal es escasa, estando presente en alguno como la mantequilla y la yema de huevo.
Su carencia:
– Las deficiencias de esta sustancia en el organismo pueden producir anemia, pérdida de la fertilidad y distrofia muscular.
Su exceso:
– Los síntomas de exceso de vitamina E en el organismo se relacionan con náuseas, gases y diarrea. A dosis muy altas también aumenta la coagulación de la sangre.
Belleza:
– La vitamina E en cremas cosméticas aumenta la micro-circulación de la piel (el fluyo sanguíneo) mejorando la elasticidad y reduciendo las arrugas. La aplicaciones externas de vitamina E ayudan a inhibir las inflamaciones y a curar las cicatrices. Estas propiedades anti-inflamatorias aceleran el proceso regenerativo natural de la piel. Es especialmente útil para reducir las cicatrices después de la cirugía o en los casos de acné. También protege de los rayos ultravioleta y sus efectos negativos.